lunes, 24 de agosto de 2009

Reflexión a cuatro manos

Hoy quiero compartir algo que escribimos cinco amigas en el año 2000 y que conservo como el recuerdo de una época que me enseñó que lo más importante es dar sin esperar nada a cambio por eso hoy está dedicado a cuatro colegas que están dispersan en varios puntos de Cuba y en Miami: a Yumilka Mejías (Vertientes), Belén Morales (Miami), Lorena de León (Chambas) y Greter Hernández (Santa Clara) quienes finalmente aprendieron a construir una mejor orilla, y a Eric Fromm inspirador de estas palabras.

A veces me cuestiono hasta que punto somos capaces de llevar a cabo la decisión correcta una vez tomada. ¿Tenemos el valor suficiente para seguir el camino que nos trazamos? Muchas veces flaqueamos ante el dolor que nosotros mismos nos causamos al ponernos obstáculos ante aquello que nos hace daño. Aferrarnos a la mínima esperanza como a la tabla de un naufrago no es la mejor solución, hay que aprender a nadar y a nadar bien para alcanzar la orilla. Lo que nos daña hay que apartarlo aunque esto implique dolor pues este puede ser el último que nos cause si lo hacemos bien.

Nos hemos preguntado alguna vez ¿Qué espero de la vida? ¿Hasta dónde lo que haces es en función de tus expectativas? Muchas veces somos nosotros mismos los que nos cerramos el camino hacia la felicidad auténtica pues lo que hacemos en lugar de hacernos avanzar hacia la meta nos construye barreras. Lo más importante es saber quién soy y qué quiero. Luego diré a donde voy.

A mi entender la cuestión está en preguntarse ¿Está realmente la orilla donde yo creo? ¿No será que me construyo una orilla acorde a expectativas externas? ¿Me aferro en usarla tabla del náufrago para llegar cuando justo a mi lado hay algo mejor? El error está en confundir mis aspiraciones, mi deseo con las expectativas de los que miran desde afuera. A buscar bien adentro, esa es la solución.

Lo más importante es sentirse bien consigo mismos y ser una orilla muy única pero sin duda con una tierra buena para cosechas espirituales.

1 comentarios:

Ricardo Sotolongo dijo...

Falta que haría que Ladys hubiese sido una de esas cinco amigas que escribió eso y más falta haría que se respondiera esas preguntas y construyera su propia orilla