lunes, 26 de abril de 2010

¿Residente o visitante?

Hace poco tuve que explicarle a mi abuela que significaban estas palabras luego de ver en las noticias culturales el multitudinario concierto de Calle 13 que sacudió a una Cuba joven que se quedó con ganas de más. Ella no entiende esa música, ni ese estilo de vestuario, ni mucho menos esas palabras que definen a miles de latinos dispersos por el mundo. Residente o visitante más que una condición es un signo identitario de aquellos que por disímiles razones se han desarraigado de su suelo patrio en la búsqueda de un sueño, de ese mundo mejor al que tenemos derecho. Pero ¿Cuántos han encontrado un espacio valedero en esa otra gran urbe que los acoge?

La mayoría de estos residentes o visitantes viven una vida de añoranzas al igual que Ulises por su Ítaca, sufriendo la vertiginosa sensación de hallarse descentrado, fuera del tiempo, en un espacio donde las raíces han quedado al aire, sin asidero, sin memorias. Luchar contra el sentimiento del emigrante es lo más difícil del exilio ya sea obligatorio o por decisión propia. Lo difícil del emigrante es el sentimiento de pérdida, de que por más que se construya el futuro, le falta el pasado, la mitad de sí mismo que queda atrapada en las fronteras de una país, de una patria en la creemos por fe, por la misma fe en que creemos en nuestra madre, porque al igual que ella fue la simiente en que germinamos por nueve meses, es en la patria donde están enterradas las raíces milenarias de la estirpe familiar.

En América Latina hay un sinfín de familias de las que solo queda la mitad, pues la otra cual semillas lanzadas al viento, está esparcida por el mundo sufriendo el dolor del desarraigo. Residente o visitante son sinónimos de una nueva realidad que se cierne en la familia del nuevo milenio. Es sinónimo del que cruza las fronteras detrás de un ideal, dejando tras de sí lo mejor y lo peor de un pasado que indiscutiblemente es parte de lo que somos. Hoy los dejo con una canción de Carlos Varela que siempre me hace llorar. Para la mitad de mi familia dispersa en Holanda, Miami y Tokio, sin ustedes el árbol no florece igual…

Detrás de todos estos años

detrás del miedo y el dolor,

vivimos añorando algo,

algo que nunca más volvió.

Detrás de los que no se fueron

detrás de los que ya no están

hay una foto de familia

donde lloramos al final.

Tratando de mirar

por el ojo de la aguja.

Tratando de vivir

dentro de una misma burbuja.

Solos.

Detrás de toda la nostalgia,

de la mentira y la traición,

detrás de toda la distancia,

detrás de la separación.

Detrás de todos los gobiernos,

de las fronteras y la religión

hay una foto de familia

hay una foto de los dos.

Tratando de mirar

por el ojo de la aguja.

Tratando de vivir

dentro de una misma burbuja.

Solos.

Detrás de todos estos años

detrás del miedo y el dolor,

vivimos añorando algo,

y descubrimos con desilusión

que no sirvió de nada

de nada

"o casi nada

que no es lo mismo

pero es igual"