viernes, 16 de octubre de 2009

¿Quién es mi prójimo?

La vida espiritual consiste en amar.

No se ama porque se quiera hacer el bien,

o ayudar, o proteger a alguien.

Si obramos de ese modo,

Estamos viendo al prójimo como un simple objeto,

y nos estamos viendo a nosotros como personas

generosas y sabias. Esto nada tiene que ver con el amor.

Amar es comulgar con el otro,

Es descubrir en él una chispa divina.

Thomas Merton.

Hoy recibí un regalo maravilloso que me ha hecho reflexionar para esta entrada. Muchas veces inmersos en la rutina cotidiana dejamos de lado a Dios y olvidamos que nos movemos por la inmensidad de su obra, rodeados de sus signos de amor. Hoy quiero reflexionar acerca del prójimo, quien es el prójimo, ese que forma parte del mandamiento más importante que nos legó JesúsAma al prójimo como a ti mismo”.

Muchas veces me he encontrado con personas que profesan la fe desde las diferentes prácticas religiosas tradicionales, personas que se enorgullecen de cumplir con los preceptos en su vida pero que sin embargo se convierten en inquisidores en diferentes situaciones y ante diferentes personas. Siempre me pregunto ¿quién es mi prójimo? Entonces recuerdo las escrituras y pienso en el fariseo, el samaritano y la prostituta y ahí está mi respuesta. ¿Cómo podemos olvidar que mi prójimo no es aquel que se parece a mí que comparte mi forma de vivir la vida? Mi prójimo es el excluido ese que por el color de su piel, su orientación sexual, su marginalidad o ser seropositivo al VIH, es rechazado por todos, llevado al filo del mundo de los supuestos “normales” que dictan las leyes. ¿Cómo podemos olvidar que amarlos a ellos nos redime? Amar al prójimo no es fácil sobre todo cuando primero debes amarte lo suficiente y luego debes equilibrar ese amor y darlo en la misma proporción. Amar al prójimo significa romper con los prejuicios y los escrúpulos, es compartir no dar lo que sobra, es defender a ese que es diferente con la misma vehemencia con que me defiendo de las críticas y sorteo los escollos.

Eso no quiere decir que los demás comprendan tu modo de ver la vida, en Jerusalén no comprendieron a Jesús, a Pedro lo crucificaron en Roma, a Juan Pablo II trataron de matarlo y perdonó a su asesino. Poner la mejilla también es difícil pero más lo es querer al que no se parece a ese que vive muy distante de mí y a quien ignoro cada día. Por eso quiero poner una frase de Gracián, El criticón: Los más en el mundo no conocen ni examinan lo que cada uno es, sino lo que parece; y creedme que de lejos tanto brilla un claveque (cristal de rosas) como un diamante; pocos conocen las finas virtudes ni saben distinguirlas de las falsas.

Por eso ama sin pedir nada y ama a ese que no te atreves a mirar, al que no soportas, al que quisieras borrar, descúbrelo, que en él puede que se esconda la magia que buscas en tu vida. Dios está ahí tras esa persona y no olvides que como dijo León Tolstoi :El que hace sufrir al prójimo se causa daño a sí mismo. El que ayuda a los demás se ayuda a sí mismo.

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