jueves, 10 de septiembre de 2009

Solidaridad.

No debemos permitir que alguien se aleje de

nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.

MADRE TERESA DE CALCUTA

A la memoria de la Madre Teresa ejemplo imperecedero de la grandeza del amor, que dio sin pedir nada demostrando que es humanamente posible vivir para el bien y desde el bien.

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Estás ahí, tras la sonrisa del niño que tiende su manita sucia a un amigo, en la sonrisa tímida de la anciana que te ofrece un vaso de agua para mitigar el calor del sol veraniego, en la incondicionalidad de las monjas Hermanas de La Caridad que siguen el ejemplo imperecedero de la Madre Teresa. Eres la magia del Caballero de París, la pluma de Martí, la almohada de Guevara y, la sonrisa de Vilma. Estuviste en el manto de Gandhi, en las sandalias de Jesús, en el báculo de Juan Pablo y los tenis de Terry Fox.

Eres la paloma blanca, la fe de quienes rezan por un amigo, la incondicionalidad del que atraviesa el mundo con su bata blanca sin importarle las diferencias de raza, de religión, solo para tender su mano amiga. Eres la bandera del que ayuda sin que le importe su ego, las estatuas no son meta y las laudes tampoco. Eres la guarida del que no puede con su carga, del que tiene miedo, hambre y frío. Eres la primavera que se lleva la nieve del alma y trae el olor de la vida sin odio, sin rencor, simplemente sin ambición.

No por gusto rimas con caridad, piedad, humanidad. Esa humanidad que edulcoramos sin saber que encierra todo el valor de tu etimología.

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