Hoy es uno de esos días en los que no sé qué hacer, siento que la gente me golpea y no sé por qué. Sé que hay que poner la otra mejilla, pero qué difícil es. ¿Por qué motivo las personas nos herimos unos a otros? ¿Por qué nos dejamos vencer por la ira y atacamos sin pensar lo que decimos? La mayoría de las veces herimos al otro sin meditar, sin pensar en las secuelas. Nos hacemos daño, solo por el placer de desahogarnos.
Una vez escuché una fábula donde se decía que las heridas que infligimos a otro son como los clavos en la madera, que luego por más que uno se arrepienta y sea perdonado, una vez que el clavo sale queda irremediablemente su huella en la madera. Así son las heridas del alma. Hay personas que tenemos la apariencia de ser fuertes, de poder con todo y por dentro llevamos el alma llena de cicatrices.
Aristóteles una vez dijo: Cualquiera puede ponerse furioso, eso es fácil. Pero estar furioso, con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la forma correcta… eso no es fácil. Si pensamos en esto cada vez que sentimos que la ira nos domina y contamos hasta diez entonces tal vez seamos capaces de ir por la vida con nuestra alma sin jirones. Pero si no somos capaces de evitar la ira entonces tenemos que ser capaces de encoger el corazón y ponerlo al sol para que sane, luego hay que darlo sin pensar en nada y sin medidas. Creo que la única forma es dar amor y solo amor. Hoy los dejo con uno de mis poemas favoritos, es de la autoría de Fayad Jamís…
Con tantos palos que te dio la vida
Y aún sigues dándole a la vida sueños
Eres una loca que jamás se cansa
De abrir ventanas y sembrar luceros.
Con tantos palos que te dio la noche
Tanta crueldad y frío, y tanto miedo,
Eres una loca de mirada triste
Que solo sabe amar con todo el pecho
Fabricar papalotes y poemas
Y otras patrañas que se lleva el viento.
Eres una simple mujer loca de esperanza
Que siente como nace un hombre nuevo.
Con tantos palos que te dio la vida
Y aún no te cansa de decir Te quiero.
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