miércoles, 23 de septiembre de 2009

Los sueños que se alcanzan, son los que se intentan.

Ningún hombre es tan tonto

Como para desear la guerra y no la paz;

Pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba

Y en la guerra

Son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba.

HERODOTO

 

Eso fue lo que demostraron Juanes y sus amigos el pasado domingo en el multitudinario concierto que se celebró en La Habana. El arte además de satisfacer nuestras necesidades estéticas es un medio de comunicación que usado en beneficio de los demás se convierte en un arma poderosa para el bien. Es triste pensar en cuantos artistas se rindieron ante amenazas y sobre todo por miedo a que sus discos perdieran un mercado, o sea, por miedo a perder dinero. Poderosa palabra que es don dinero.

Eso me hace pensar en cuantos artistas pierden su identidad cuando alcanzan el estrellato. El inicio de un artista siempre es escribir, cantar, pintar por la necesidad de decir, de sembrar en los demás un poco de fe, es triste cuando empiezan a cobrar famas y los contrata una gran editorial, o una gran productora o una firma importante, sea de donde sea, llámese como se llame: el arte empieza a morir y comienza a comercializarse. Ahora hay artistas que escriben una canción sopesando las palabras pensando en ponerla en el número uno de un hit, en vender un millón de discos, en alcanzar un Grammy. Ya no abundan los artistas que como Juanes, Olga Tañón y Bosé que salen a cazar sueños para hacer canciones, que se emocionan ante las muestras de amor de un público sediento de ser conocido y que durante mucho tiempo ha sido ignorado, desdeñado por las grandes firmas que representan a las estrellas del firmamento del arte internacional.

Hoy muchos artistas son víctimas del consumo mediático, no nos llamemos a engaños, ya no hacemos arte porque nos sale de adentro sino siguiendo recetas que nos dictan las palabras, el estilo, la forma de vestir y hasta el color del cabello. Desde Marilyn Monroe aprendimos que se vende mejor el glamur que una buena actuación. Pero nos vamos a conformar con ser banales…

Estamos en tiempos de cambio como dice Juanes, es hora de abrir los ojos a las grandes miserias que agobian a la humanidad. El hombre es una especie en peligro de extinción y curiosamente el mayor depredador de la especie humana es el propio hombre. Solo nosotros podemos salvarnos, en la medida en que nos respetemos los unos a los otros. Hoy solo quiero agradecer a Juanes y sus amigos por enseñarme que los sueños aún pueden alcanzarse solo tenemos que luchar por ellos. Solo los valientes triunfan, de los cobardes no se ha escrito nada. Me despido con una reflexión de una maestra Argentina que nos demuestra la necesidad de unirnos y respetarnos en pos de crecer y vivir en armonía.

Los sueños que se alcanzan, son los que se intentan. Estos son los del grupo de apenas ocho años de un barrio pobre de Buenos Aires:

Un payaso: para que siempre haga reír. Una luna: para que mañana haya otro día para jugar. Una mano: para que me la den cuando la necesite. Una bici: para poder salir a pasear. Un buzo: para que me abrigue cuando tengo frío.

Una fábrica: para que mi papá pueda trabajar. Una flor grande enfrente de mi casa: porque allí está el riachuelo y me gusta el olor de la flor. Un amiguito: para poder jugar. Una oreja: para que los grandes nos escuchen.

Una casa nueva: porque la mía no tiene pisos y está fea. Un helado: porque me gustan. Un hospital: con médicos, remedios para que me curen cuando enfermo.

Trabajo: para que papá esté contento. Plata: para que mamá no diga que no tiene si le pido un dulce. Una estufa: porque en mi casa hace frío. Leche: para mi hermanito.

Un inodoro para mi casa: que salga agua de adentro como en la escuela. Lápices de colores: porque no tengo y a mí me encanta dibujar. Zapatillas nuevas: porque estas me aprietan un poquito y además se rompieron.

Una torta: para mi cumpleaños, porque no me lo pudieron festejar. Que no llueva: para que nunca se mojen los colchones y la ropa. Comida: (...)

Una tarde, en el aula, un grupo de niños jugó a soñar... soñaron y sus sueños los pegaron a la bandera. Días más tarde, docentes, vecinos solidarios, padres de otras escuelas y personas de buena voluntad nos reunimos para donar alimentos no perecederos a los comedores. Nos reunimos para simbólicamente cumplirle el sueño a un alumno mío que no la ha de estar pasando muy bien... Intentamos cumplir UN SUEÑO de los tantos pegados en la bandera, el sueño de una personita que todavía no cumplió nueve. Un nene argentino que no sueña con  Disney, ni con vacaciones en el Caribe, ni siquiera con conocer el mar. Tampoco sueña con volar en un avión, ni con una computadora en su casa, ni con un tren gigante para jugar.

Es el sueño de un nene que cuando tuvo la posibilidad de pedir algo que quería tener, lo sintetizó en una sola palabra. Y esa palabra es: COMIDA. Dicen que los sueños que se alcanzan son aquellos que se intentan. Nosotros, al menos lo intentamos.

Cuando vas a intentarlo tú.

viernes, 18 de septiembre de 2009

En estos días no sale el sol, sino tu rostro.

juanes

Hoy empiezo con un verso de Silvio la canción favorita de Juanes pues hoy quiero dedicarle este espacio a la inmensidad y nobleza de este artista que no ha escatimado esfuerzos para llenar con su voz mi país, por luchar por la paz en tiempos en que los jóvenes se rinden y no sueñan, demostrando que hay alguien que todavía lo hace por todos. Paz sin fronteras es una idea original: sería un mundo ideal ese en el que todos seamos capaces de respetar el criterio ajeno, de crear espacios donde no existan las fronteras, los muros y las puertas. Donde todos puedan entrar y salir, decir lo que piensan, donde simplemente puedas ser tú.

Juanes demuestra que estamos en tiempos de amor y de esperanza que los vientos de cambio están por venir. Juanes Cuba te espera soñando que se cumplen los sueños de Martí los pueblos se dan la mano como hermanos, en esa plaza donde se abrazan dos de los hombres más grandes de América.

Esos los que tienen miedo y gritan por una paz construida desde sus preceptos donde no existe el perdón, donde el rencor les recome las entrañas no podrán olvidar el derroche de amor que te dará esta cálida isla. Cuba te espera y desde ya te quiere, lo verás en la sonrisa del pueblo, en la alegría que nos caracteriza y en la fiesta de la muchedumbre que no escatima ante el sol o el calor de este septiembre. Me despido con la letra de la canción de Silvio que seguro escucharás de su voz el domingo:

En estos días, todo el viento del mundo sopla en tu dirección

La osa mayor corrige la punta de su cola

Y te corona con la estrella que guía: la mía

Los mares se han torcido con no poco dolor hacia tus costas

La lluvia dibuja en tu cabeza la sed de millones de árboles

Las flores te maldicen muriendo, celosas

En estos días no sale el sol, sino tu rostro

Y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos

¡Ay!, de estos días terribles

¡Ay!, de lo indescriptible

En estos días no hay absolución posible para el hombre

Para el feroz, la fiera que ruge y canta ciega

Ese animal remoto que devora y devora primaveras

En estos días no sale el sol, sino tu rostro

Y en el silencio, sordo del tiempo, gritan tus ojos

¡Ay!, de estos días terribles

¡Ay!, del nombre que lleven

¡Ay!, de cuantos se marchen

¡Ay!, de cuantos se queden

¡Ay!, de todas las cosas

Que hinchan este segundo

¡Ay!, de estos días terribles

Asesinos del mundo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Solidaridad.

No debemos permitir que alguien se aleje de

nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz.

MADRE TERESA DE CALCUTA

A la memoria de la Madre Teresa ejemplo imperecedero de la grandeza del amor, que dio sin pedir nada demostrando que es humanamente posible vivir para el bien y desde el bien.

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Estás ahí, tras la sonrisa del niño que tiende su manita sucia a un amigo, en la sonrisa tímida de la anciana que te ofrece un vaso de agua para mitigar el calor del sol veraniego, en la incondicionalidad de las monjas Hermanas de La Caridad que siguen el ejemplo imperecedero de la Madre Teresa. Eres la magia del Caballero de París, la pluma de Martí, la almohada de Guevara y, la sonrisa de Vilma. Estuviste en el manto de Gandhi, en las sandalias de Jesús, en el báculo de Juan Pablo y los tenis de Terry Fox.

Eres la paloma blanca, la fe de quienes rezan por un amigo, la incondicionalidad del que atraviesa el mundo con su bata blanca sin importarle las diferencias de raza, de religión, solo para tender su mano amiga. Eres la bandera del que ayuda sin que le importe su ego, las estatuas no son meta y las laudes tampoco. Eres la guarida del que no puede con su carga, del que tiene miedo, hambre y frío. Eres la primavera que se lleva la nieve del alma y trae el olor de la vida sin odio, sin rencor, simplemente sin ambición.

No por gusto rimas con caridad, piedad, humanidad. Esa humanidad que edulcoramos sin saber que encierra todo el valor de tu etimología.

martes, 1 de septiembre de 2009

Los recuerdos: esas sombras de luz.

Todos tenemos recuerdos de historias pasadas: la infancia con sus luces de inocencia, sus olores a caramelo y la varita mágica de los cuentos de hadas, la adolescencia tumultuosa como el mar embravecido, el primer beso, el primer amor, la primera vez, es la época de encontrarnos y de probarnos algo a nosotros mismos, no sé qué pues muchas veces no hacemos más que recrudecer la confusión, la juventud y su ímpetu por cambiar el mundo, por gritar más alto y más fuerte, por sembrar semillas, dejar huellas. La adultez y su madurez, el amor calmado por las rutinas diarias, cada vez más necesarias. La vejez mansa, callada, dulce, solo espera y recuerda, abre el baúl y deja revoletear cual mariposas esos recuerdos que como sombras de luces que un día fueron iluminan una vez más el alma del que ya soñó y vivió, desanduvo los caminos.

Dice Julio Cortázar uno de mis escritores favoritos: “Pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose tan solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos y aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario…

Qué seríamos sin el poder de los recuerdos, si no se agolparan en los momentos malos y en los momentos buenos, diciéndonos que no siempre estuvimos tan solos, tan tristes que todavía es posible, que siempre hay otra historia para contar.

Ernesto Sabato también rebusca en sus recuerdos y nos dice: “he pasado tres días extraños: el mar, la playa, los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos. No solo imágenes: también voces, gritos y grandes silencios de otros días.” Es curioso pero vivir consiste en construir futuros recuerdos. Es que la vida pasada es solo un montón de recuerdos, el presente será un recuerdo ya al instante siguiente de ser pasado y solo eso debería darnos la fuerza para construir solo recuerdos hermosos, que nos hagan reír y no recuerdos tristes, esos que te atenazan el alma y te cortan el sueño pero que nos hacen crecer con la esperanza de poder vivir en ese lugar que construimos un vez en lo más recóndito de nuestros recuerdos infantiles.

Porque los recuerdos están aún como cuando Dulce María decimos: “no te nombro, pero estás en mí como la música en la garganta del ruiseñor aunque no esté cantando.”

Solo a través de los recuerdos se mide el valor de una vida, un anciano sin memoria es un anciano sin sentido, un alma que vaga ciega y no puede encontrar el camino. Por eso a lo que más tememos es al Alzheimer por su poder de desnudar la mente y sumirla en el dolor de la nada como al cuerpo sin pieles en medio del frio estepario. Porque siempre tengamos un Albantar al que regresar hoy me despido con el poema de un amigo:

Utopía:
Qué color puede tener mañana el día,
Estamos en verano si te detienes a pensar,
Si juntas todas las horas de tu vida,
Tal vez logres imaginar los olores del amanecer,
El canto del pájaro perdido
Los ojos del que va a tocar tu puerta.
Ningún día es igual y tú lo sabes,
Pero quieres que mañana,
Todas las mañanas de mañana
Se parezcan a un día de hace tiempo,
Quizás no todo el día, ni siquiera una hora,
Solo el minuto aquel, el segundo preciso,
En que pudiste ver, como en un sueño,
El azul intocable de esa isla.